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martes, 23 de julio de 2013

UN VIAJE "EN PROVENCE"

Ir a Provenza es uno de esos viajes que una quiere hacer pero nunca encuentra el momento para ello. Tan cerca y tan lejos… 
Hace unos años, un grupo de amigos, por fin, conseguimos ponernos de acuerdo y salir en un viaje corto pero intenso.

Un miércoles de primavera, a eso del mediodía, pasaron a buscarme por casa y salimos por la A7 hacia la Junquera. No habíamos llegado a San Celoni y ya estábamos decidiendo donde comer una vez pasada la frontera y ganó, por goleada, Colliure. Si estábamos haciendo un viaje con una importante carga gastronómica, que menos que unas ostritas con champagne para empezar.

A eso de las dos de la tarde aparcábamos en Colliure, un pequeño pueblecito costero en el que, como curiosidades,  está enterrado Antonio Machado y en él vivió el novelista Patrick O’Brian mientras escribía sus famosas novelas de aventuras.

Nuestro gozo en un pozo. Cuando llegamos, estaban todos los restaurantes cerrando y, por la hora, no nos daban de comer. Nuestra elección había sido La Fragate. Es restaurante en el puerto con muy buena cocina, pero acabamos en una taberna inmunda donde nos timaron por unos tristes mejillones sin ostras ni champagne.

Así que, tras este estrepitoso fracaso, seguimos camino hacia Les Baux de Provence, que habíamos establecido como base para dormir y escogimos para ello un hotel de Chateaux e Relais llamado “Le Mas de l Olivie”. Se trata de un pequeño hotel en el campo rodeado de jardines de olivos y hiervas aromáticas. Las habitaciones son muy confortables y el trato amabilísimo y un precio razonable según la temporada.  Deshicimos las maletas y, tras descansar un rato, nos arreglamos para nuestra primera gran cita gastronómica.

A eso de las nueve de la noche, perfectamente arregladas, nos dirigimos en coche hasta el pueblecito vecino de Saint Remy de Provence que destaca por las tiendas de ropa para la casa, con las típicas colchas y mantelerías de la zona. Habíamos elegido para cenar un pequeño restaurante llamado “La Maison Jaune” (http://www.lamaisonjaune.info) en el que el cocinero François Perraud nos sorprendió con diferentes platos acompañados de vinos de la zona. El restaurante está atendido por una sola persona que sirve a todas las mesas con un esmero digno de mención.  El precio no llegó a los cincuenta euros por persona. Tras la cena y el viaje volvimos al hotel porque al día siguiente teníamos una agenda muy apretada.

El jueves por la mañana fuimos a desayunar a Saint Remy los típicos croissants franceses de mantequilla pues el desayuno del hotel no es su punto fuerte, es más bien convencional. Desde allí salimos hacia Gordes. Un pueblo que está en un monte aislado con unas excelentes vistas sobre la campiña provenzal.  Allí preguntamos por los mercados locales para comprar las famosas “hierbas de la Provenza” y nos recomendaron un mercadillo callejero en un pueblo al que no habíamos pensado ir pero que fue todo un descubrimiento.  L’Isle Sur la Sorge. Antes de llegar pasamos por la Fontaine Vaucluse. Donde nace el rio Sorge y donde Dante escribió parte de la Divina Comedia. Es espectacular y no debes perderte esta visita. El nacimiento del rio en una cueva subterránea y con cierta tradición de misterio, hace que brote con una fuerza y caudal absolutamente ensordecedor. Es probablemente uno de los espectáculos naturales más impresionantes que he visto.

Desde la Fontaine de Vaucluse a L’ille Sur le Sorge apenas hay un trayecto corto de coche. Este nuevo pueblo es la cabeza de partido de la zona.  Lo que hace diferente a L’Ille sur Sorge es que esta atravesada por canales que mueven gigantescas norias en cada casa lo que le da un aire pintoresco.  Tras un corto paseo por la ciudad y unas compras en el mercadillo de hierbas, fuimos a comer a un restaurante que no teníamos en la agenda en principio pero que fue un descubrimiento. Se trata de L’Oustau de l’Isle (http://www.restaurant-oustau.com) un restaurante Grand Gourmet según la guía Michellin  que lo lleva una familia y en la que saboreamos un menú muy bueno y nada caro (unos treinta euros por persona con vino de la casa).

De allí fuimos a a Aix en Provence, la ciudad comercial por excelencia. Allí estuvimos paseando y viendo tiendas. El mercado callejero es los martes, jueves y  sábados. Cansados, fuimos a reposar un rato al hotel y a prepararnos para la cena en el Oustau de Baumaniere (dos estrellas Michellin) en les Baux de Provence.

Este restaurante merece una mención especial pues se trata de un referente gastronómico mundial (http://www.oustaudebaumaniere.com/fr/accueil).  Raimond Thulier es uno de los mejores chef del mundo. Aconsejo pedir el menú que es suficientemente variado y abundante y no caer en la tentación de pedir fuera de carta. El cochinillo no es nada parecido al segoviano y no fue una buena elección. Sin embargo el pichón y el pescado resultaron exquisitos así como las entradas y los postres. Este es el más caro de los que fuimos (unos cien euros por persona) pero merece la pena. Conviene además darse una vuelta por el hotel en el que se encuentra el restaurante y  por la tienda de productos para la casa.

La mañana del viernes, tras un frugal desayuno en el hotel nos encaminamos a Chateaunef du Pape. Diminuto pueblo roquero con un castillo papal en la cima y en cuyas callejuelas inclinadas están llenas de bodegas en las que podemos degustar las distintas marcas de una de las denominaciones de origen más famosas del mundo. Los vinos más conocidos son los tintos, pero lo blancos son increíbles y nada conocidos. De allí nos fuimos a Orange, con su famosos teatro romano y sus casco antiguo agradable de recorrer. Comimos en Au Petit Patio donde tomamos el menú, pero no nos satisfizo.

Por la tarde nos dirigimos a Avignon, ciudad papal con su inmenso palacio y castillo y el famoso Pont D’Avignon. Recorrimos sus calles empedradas y visitamos sus comercios.

Deberíamos haber cenado en L’essential (Grand Gourmet) pero estábamos muy cansados y nos volvimos al hotel. Finalmente cenamos en Fonvieille en la Table du Meunier (http://restaurant.michelin.fr/restaurant/france/13990-fontvieille/la-table-du-meunier/29id7xm), una pequeña casa de comidas donde la señora cocina y el señor anima la sala con sus bromas y coqueteos (aunque que parece que tiene más de cien años). Tomemos un cordero asado en su propio jugo a fuego muy lento durante más de diez horas y que todavía hoy recordamos. Muy bien de precio unos treinta euros por persona con vino y todo.

RECOMENDACIONES

ROPA siempre llueve, ya sea un día o todos los días, una gota o un chaparrón. Recomiendo llevar un gorrito de agua en el bolso para poner y quitar.
El calzado debe ser cómodo porque las calles son empinadas y empedradas..eso quiere decir botas bajas o zapatillas según la estación.
La ropa  para el día, a capas, y así podrás quitar y poner, pues cuando aprieta el sol…calienta. Y por la noche el típico little Black dress o pantalón en su caso.

COMPRAS  no perdeos los mercadillos de las ciudades y pueblos, es fundamental comprar las hierbas de la Provenza, que luego podrás poner en carnes, pescados y hasta en una tortillita con ajitos tiernos y cebolla..exquisita.
También podéis comprar pimientas de tres colores a granel, cardamomo y curry de muchas variedades y una infinidad de especias.

Destaco la ropa de cama y manteles. Son las típicas colchas con estampado provenzal o las mantelerías de colores tierra y las blancas. La mayoría de las tiendas están en Saint Remy, cuyo mercadillo es el miércoles, por si queréis combinar y si buscáis algo mejor en la tienda del L’ Ousteau de Baumaniere.

Los aceites son muy buenos pero teniendo los nuestros…

ULTIMA RECOMENDACIÓN procurad pedir menú en los restaurantes, siempre esta ajustado en cantidades  y precio y además sabréis lo que os gastáis y NUNCA nada fuera de carta. En vinos, preguntad por el de la casa pues en los restaurantes buenos el vino está en consonancia, y además los nuestros no tienen tanto que envidiar, aunque las Côtes du Rhone son conocidas por sus vinos

A LA VUELTA, si llegáis cansados, podéis comer en Figueras en el Hotel Europa comida casera y de cuchara.

FIN DEL VIAJE os deseo que disfrutéis de un viaje inolvidable.

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